En la sociedad en la que estamos parece que el juego en los niños pequeños se queda a un lado para pasar a hacer otras cosas más estructuradas como deberes o actividades preparadas y controladas. Los niños necesitan tiempo de ocio y juego libre para poder ser niños y también, para poder desarrollarse de una forma sana y feliz. Hace tan sólo algunas décadas el juego era totalmente diferente a como lo es hoy en día.
Se potencia su creatividad
El juego hará que los niños sean emocionalmente más expresivos, que tengan más energía, que aprendan a comunicarse mejor y a tener más vocabulario. El juego les permite cuidar su sentido del humor, a potenciar su imaginación, a sentir pasión por lo que hace, a ser perspicaz y a poder conectar con el mundo que le rodea de una forma mucho más profunda. El juego ayuda a los niños a potenciar su creatividad a que sean capaces de inventar historias y de cambiar la perspectiva de la realidad.
Se fortalece su intelecto
Los niños que juegan libremente y que interaccionan más con otros niños, pueden potenciar su función cognitiva. Su cerebro se fortalece y desarrollan una mejor atención y memoria. Los niños que juegan físicamente y además potencian su intelecto.
Se desarrollan sus habilidades sociales
A través del juego los niños aprenden a llevarse bien con las personas y a afrontar algunos retos sociales. Cada oportunidad para jugar con otros niños es un curso rápido de cómo funcionan las interacciones sociales. Los niños pueden empezar a comprender el comportamiento de las personas y también a saber que en ocasiones las reglas, no siempre son justas para todos.
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